El viernes pasado veía la luz lo nuevo de Obsidian Kingdom. Un álbum titulado “A Year with No Summer” y que hoy nuestro redactor Nui destaca como "Disco de la Semana" en esta review.

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Alternative, art rock, crossover, grunge, noise, black metal... El listado de términos que con rotundidad se ven enumerados en el bandcamp oficial del grupo es enorme, dejando atrás cualquier tipo de claridad respecto a cómo suenan realmente como banda; sin embargo, también les dota de cierto enigma ya que todos estos géneros son estilos que suenan realmente bien y una buena fusión miscelánea de todos ellos sería, sin duda alguna, interesante de escuchar.

Obsidian Kingdom se trata de una formación española que tuvo su primera publicación en formato EP hace casi una década (2007), desde entonces su esencia pasó de ser black/death metalera con tintes experimentales a un nuevo producto mucho más complejo que incluso les resulta difícil de definir por ellos mismos. En este tercer full-length, “A Year with No Summer”, el grupo se catapulta con un sólido núcleo de progressive sludge metal, una mixtura que se autodefine por fragmentos, siendo dinámico y apasionado en su máxima expresión.

Un buen reto que se me plantea ahora mismo es el tener que explicar el carácter musical tan peculiar que tiene este trabajo, pero en resumidas cuentas es como un valiente ejercicio de dominio instrumental y entendimiento compositivo. Los niveles de intensidad y el equilibrio de las partes que se desarrollan inequívocamente con gran acierto son estáticos durante todo el álbum, dotándole de una armonía exagerada, impidiendo que la lentitud de un género tan denso como el sludge pueda siquiera aproximarse a la monotonía y a la pesadez, lo que significa una grandísima variedad entre las distintas melodías implicadas.

La instrumentación se somete a una asfixiante presión al poseer ese protagonismo exacerbado. Todas las guitarras se complementan en un primer plano que dejó de ser exclusivo del vocalista, aquí todas ellas promueven un sonido ejemplar que resulta carne de cañón para nuestro oído crítico, pero superan toda expectativa y adquieren nuestra admiración. Los intercambios melódicos están matizados con delicadeza y los cambios rítmicos transcurren sin complicaciones. La línea del bajo es asombrosa, con una muy buena sonoridad que muchas veces se desaprovecha en el radicalismo del metal, canciones como “Darkness” parecen haber sido construidas para que el bajo nos embobe con su imparable ritmo. Como un acto de revolución, Obsidian Kingdom reinvendica la existencia de este gran instrumento. El otro par de guitarras aprovecha su función para ejercer diferentes roles, unos más centrados en la gastada distorsión que las acompaña y en otras optan por secuenciar pasajes atmosféricos y progresivos al estilo Enshine, siendo más o menos pronunciado el eco producido. Las influencias del post-rock son evidentes pero tampoco se reproducen con la misma exactitud. También hay efectos de notas y acordes deconstruídos en algunas canciones (ej.: “The Kandinsky Group”), un envolvente efecto artificial que logra anclarse con buen desempeño con el resto de componentes sonoros.

La batería es otra gran sorpresa, el sonido pulido que posee la grabación permite que su medida contundencia pueda resaltar en cada tema, pese a no ser brutal como en el metal, sino más cercana a la agradable “simplicidad” del rock (en “The Kandinsky Group” brilla por su fuerte impacto sobre la caja).

La ejecución vocal trae consigo varias factores destacables. Lo que quizás nos llamé más la atención es lo bien que suena el inglés que canta, un aspecto en el que suelen suspender los vocalistas españoles cuando entonan sus letras escritas en ese idioma. En este caso parece que de verdad nos encontramos con un grupo traído de otras tierras. En lo segundo que recae la atención es en su timbre rasgado que tanto peso tuvo en su momento en los cantantes de thrash metal convencionales. Posicionada en un plan posterior, se sumerge entre los instrumentos para no resaltar en demasía y, a su vez, fusionarse con el ambiente sonoro.

Hay varios fragmentos lunáticos en los que el carácter experimental se ejemplifica con una buena dosis de aparente desorden, como ocurre en “The Kandinsky Group”, un tema cuyo desenlace (de varios minutos) se enturbia con una orgía instrumental ruidosa pero enviciante, una metodología usada previamente en la canción “The Manifold Curiosity” de los dioses del metal vanguardista Kayo Dot, técnica que nunca más volví a escuchar con acierto, hasta ahora. También podemos encontrar segmentos de añadidos electrónicos que en su momento glorificó la banda Altar of Plagues. Estos elementos unidos al piano electrónico consiguen un efectista resultado (“The Polyarnik”, entre otros).

Una verdadera tragedia que este álbum dure solo 47 minutos, con el espectacular trabajo que hay detrás resulta casi imposible no encapricharse con él. Probablemente, el mejor disco de metal nacional que he oído en mi vida.

 

Tracklist:

1 - A Year with No Summer
2 - 10th April
3 - Darkness
4 - The Kandinsky Group
5 - The Polyarnik
6 - Black Swan
7 - Away/Absent

 

Obsidian Kingdom son:

Rider G Omega – Voz / Guitarra
Ojete Mordaza II - Batería
Zer0 Æmeour Íggdrasil – Piano, voces
Om Rex Orale - Bajo
Seerborn Ape Tot – Guitarra

 

Nota: 9.25/10

Review realizada por Nui