¿Habéis perdido la fe en la televisión actual? ¿La música de la radio no es una opción para vosotr@s? Sin duda tenéis el mismo problema que nuestro querido Luis Martín, quien hoy analiza la relación actual entre los medios de comunicación convencionales y la música.

 ¡No os perdáis esta reflexión!


Esto que voy a escribir no es para nada nuevo, pero últimamente, mi crispación con el tema ha ido un poco más allá de mis niveles estándar. La pregunta que quiero lanzar es simple: “¿qué coño nos pasa?” Desde hace unos cuantos años llevaba pensando que todo lo que respecta a entretenimiento y medios de comunicación en este país avanzaba sobre un sendero de simplicidad y mediocridad cada vez superiores, hasta que llegara a un punto en el que no valiera nada que no sea precisamente eso, simple y mediocre. Creo que ya estamos en ese punto. Esto no sólo afecta a la música, que es lo que más me pica, sino también en los programas de televisión. Y sobre esto quiero reflexionar.

Empecemos por lo segundo. Visitando una parrilla actual de cualquier día en la televisión abierta convencional, ¿cuántos programas realmente aportan algo y no son pura basura de gente mononeuronal y destinada, ya siento decirlo, a gente de las mismas características o buscando convertirlas en tal? Ya no sólo hablo de cierto canal que todos conocemos que basa toda su programación en chismes y discusiones, sino que cada vez son más las televisiones que apuestan por programas del tipo las tentaciones y todas sus variantes asquerosamente iguales, cenas guionizadas de personajes, realities donde ya no importa el objetivo del concurso, sino la mierda que se puedan lanzar los concursantes, etc. Todo chismes y más chismes. Programación simple para gente simple.

Vayamos ahora a la música. Pasa exactamente lo mismo. Se ha ido devaluando cada vez más y más, hasta llegar a un punto en el que se rechaza todo lo que sean más de tres acordes y en un ritmo de reggaetón. Todo suena igual porque todo es igual. Hasta el pop simple, vulgar y vacío de contenido que teníamos ya suena a eso. Hoy en día, ¿sabríais distinguir el reggaetón del trap? Es imposible. Me alucina ver a todos (o casi, espero) los chavales escuchando eso, sin realmente darse cuenta que se trata de canciones todas iguales, con letras monotemáticas cantadas por “artistas” sin ninguna formación musical, cuyo único mérito es enchufar el botón del autotune y repetir la misma frase durante 3 o 4 minutos. ¿Y por qué escuchan todos lo mismo? Pues porque prácticamente, no tienen otra alternativa. Radios, televisiones, plataformas…Todo ofrece lo mismo, para encontrar algo diferente hay que buscarlo con detenimiento o escuchar la radio en alguna emisora contada a horarios que no son precisamente de máxima audiencia.

¿Y dónde ha quedado lo demás? Pues todo lo demás queda en esos grupos y artistas que no se rinden y se dedican a hacer una música real, con un mensaje que contar y unos sentimientos que transmitir. ¿Dónde está ahora las canciones de cantautor, el rock, el blues, el heavy metal, el rap…? Os digo dónde no están salvo contadas ocasiones: en los medios. Todo esto conlleva a que la gente siga ese sendero de mediocridad del que os hablaba antes y ya no es que no acepten otras cosas, sino que ni les dan una mísera oportunidad. Ponle a un chaval joven cualquier canción de los géneros que he mencionado. ¿Su respuesta? “Eso es una mierda”, “eso es ruido”, “eso no se puede bailar” o similares. Al final, música simple que nos convierte en gente simple.

¿Queremos seguir ese sendero? Yo, desde luego no, pero por mucho que algunos todavía nos resistamos, la derrota del arte es tremenda. Si yo estoy así con 26 años, ¿qué pensará alguien que lleva viendo lo mismo durante el doble de tiempo? Es desolador. Lo único que nos queda es intentar mantener la llama, esperando a que algún día la cordura se imponga un poco y se vuelva a recuperar algo de esa decencia que las televisiones y las radios se encargan de recordarnos cada día que se ha perdido.

Texto por Luis Martin

Foto: Portada de "Frikivisión 2.0" de Ofensivos