Se viene el aluvión veraniego de festivales y por ello Veltene nos deja una reflexión sobre el agude de los mismos. ¿Vosotros qué opinaís?

 

 

Después de varios años en los que los grandes festivales de rock y metal fueron golpeados por la crisis, algunos consiguieron sobrevivir diferenciando su oferta, conteniendo los precios dentro de lo razonable, intentando traer novedades e incluso creciendo poco a poco. Pero parece que eso se acabó y la explosión festivalera para 2018 promete ser épica. Los primeros en abrir fuego, como todos los años, han sido los del Viñarock, todo un clásico con una oferta concentrada en el producto nacional, consiguiendo congregar a unos doscientos mil espectadores, después llegará Download, la segunda edición de la franquicia inglesa, Resurrection Fest con su decimotercera edición, el Rock Fest de Barcelona, Leyendas del Rock en Valencia o el emergente Z Live que sigue la estela de los más grandes y una larga lista de pequeños festivales que proliferan en cada pueblo o ciudad de España soñando con sobrevivir un año más. ¿Estamos ante una burbuja Festivalera?

La batalla por los espectadores comenzó justo cuando se apagaban las luces de las ediciones de 2017, con las primeras confirmaciones para el siguiente año, pocas semanas después todos tenían carteles con varios cabezas de cartel, novedades en sus respectivas webs y bonos con descuentos. Eso sin hablar de los extranjeros, Hellfest y Wacken habían vendido casi todos sus abonos antes de anunciar ni un solo grupo.

¿Nos hemos vuelto locos o en realidad no nos importan las bandas? Los festivales compiten por llevarse los grupos de renombre a su terreno pagando cachés astronómicos y subiendo así también las entradas, pero dichos carteles son cada vez más parecidos entre sí, los recintos crecen sin parar, ofreciendo todo tipo de atracciones, comidas variadas, bebidas, merchandising, acampadas vip, espectáculos.. Olvidando que la música es lo principal y convirtiéndose en parques temáticos. Se venden entradas anticipadas por más de 150€ duplicando en muchos casos el precio del mismo festival pocos años antes.
¿Cuál será el coste final? Los horarios crecen de los típicos dos días, hasta cuatro y cinco días de conciertos, con más de cien grupos o con tres y cuatro escenarios.
¿Dónde está el límite? ¿Estamos ante el auge de los grandes festivales de verano o en una moda pasajera?  

Artículo: E.Veltene