El sábado día 10 tuvo lugar una nueva edición del Karma Metal Fest con Killus y Celtibeerian. Una noche que no nos quisimos perder y cuyo desarrollo nos relata hoy FelipeSM.

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La de hoy no va a ser una crónica al uso, pues lo que aconteció el pasado 10 de febrero en la sala Sir Laurens de Oviedo tampoco fue la tónica habitual de los conciertos en Asturies. Por ello, quiero comenzar por lo que suele ser el final de una crónica, agradeciendo a la organización del Karma Metal Fest su labor durante estos últimos años intentando ofrecer un evento con bandas interesantes de la península y apoyando a los grupos de aquí. Una estupenda labor que no debe verse empañada por el resultado final de esta última edición.

Pero comencemos por el principio. A eso de las 20:30 salía a escena Monasthyr para presentar durante unos 40 minutos su flamante ep “Templo del Terror”. La banda salió a por todas, demostrando el hambre que el grupo tiene en esta nueva etapa, pero se encontró con un sonido complicado en los primeros temas. Parecía que la banda tampoco se escuchaba bien por monitores, algo que sumado a la falta de actividad en directo provocó algún que otro momento confuso. Pero el grupo supo sobreponerse y con un Jorge que fue de menos a más comandando la nave, el quinteto consiguió llevarse al respetable al bolsillo.
Le falta aún rodaje al combo, pero en cuanto consiga ese “tono físico” que dan los directos Monasthyr va a dar el susto a más de un “grande”, temas y ganas no les faltan.

El primer cambio de estilo de la noche llegaba cuando Blobfish comenzaba a descargar su metal que navega entre el death metal, el groove y el hardcore. El grupo de Vegadeo ofreció unos sublimes cuarenta minutos, con muy buen sonido y sin dejar títere con cabeza. Todo ello sin uno de sus guitarristas y sonando aún así atronadores. Creo que tras el Wolfest ya dije algo similar, pero mucha atención a esta banda, pues viene pisando fuerte y pidiendo paso.
Temas como “Nature Revenge”, “Agonia” o “Misery” hicieron las delicias de una parte del público mientras otra parte del mismo, la amante de los géneros más melódicos, asistía atónita a la descarga.

La primera sorpresa de la noche llegó cuando tras media hora de espera (por problemas técnicos) salía a escena Celtibeerian. Curioso que uno de los “cabezas” de cartel apareciera en tercer lugar…
Con un buen sonido, especialmente lejos de las primeras filas, que nos permitió disfrutar de todos los instrumentos y una sala presentando una buena entrada (algo más del centenar de personas a ojo), Celtibeerian nos ofreció un set list recortado y basado en su estupendo último disco “Deiwos”.
“Devotio”, “The Wolf I Am”, “Fear My Beard”, la festiva “Looking For Beer” o algún tema antiguo como “Fields of Celtiberia” iban cayendo mientras la banda hacía gala de sus puntos fuertes. Por un lado la mezcla de voces de Patri y Gus, y por otro la variedad de instrumentos que entre Patri (violín) y Dagda (flautas, gaitas y buzuki) consiguen desplegar, dando este último todo un recital de lo que un multiinstrumentista debe ser.
Muy buen concierto que dejó con ganas de más a todos lo que se acercaron al Karma con la banda manchega como principal reclamo.

Y hasta aquí llega la crónica habitual, pues a partir de medianoche todo se transformó. Pasaban las doce de la noche, quedaban aún tres bandas y la sala tiene como hora límite las 2 de la mañana, ¿vais imaginando el final?
A estas alturas todos pensábamos que el segundo cabeza de cartel saldría a escena, pero no, fue Pleyskunk quien tomó las riendas de la noche. El grupo salió dispuesto a presentar su nu metal alternativo con su original puesta en escena y durante sus cerca de treinta minutos creo que la banda estuvo mejor que la anterior vez que vi su directo, pero un sonido muy saturado fuese cual fuese tu posición en la sala lastró al quinteto. Esto, sumado a que el apoyo a la escena es una quimera que solo cuatro gatos se creen y dos cumplen, provocó que Sir Laurens fuese viendo cómo el público abandonaba el local.

Para cuando As Life Burns salió a escena, apenas un tercio del público resistía en la sala. Tenía muchas ganas de ver cómo avanza la evolución de la banda después de su cambio de nombre, pero aunque el sonido mejoró bastante, poco se puede decir de veinte minutos de actuación. Un concierto acelerado y sin descanso que el grupo sacó delante de la mejor forma posible, que no es decir poco precisamente, mientras los nubarrones seguían sobrevolando la sala.

Corría la 1:30 de la madrugada cuando Killus salía a escena, lanzándose a morir y a presentar “Imperator”. El sonido regresó por el cauce de la normalidad y a pesar de la poca afluencia de público la banda no se amilanó y consiguió arrancar pogos y circle pits. Killus demostraba que son un grupo especial cuando de repente se anunciaba que se cortaba el sonido, eran las dos de la mañana y el staff de la sala se mostraba bastante enfadado. Por suerte, nos dejaron disfrutar de un tema más.

Pero el daño ya estaba hecho, tras una primera parte del festival que dejó a todos satisfechos, los últimos tres grupos se vieron tocando a la carrera, con un sonido variable y con un fin de fiesta que hacía mucho que no vivíamos en un concierto.
Sin querer buscar culpables, pues entiendo que todo fue un cúmulo de factores y que tampoco beneficia a nadie la quema de brujas, lo vivido en Sir Laurens no puede volver a repetirse. Cada vez es menor el público que acude a los conciertos de metal y con noches así, seguramente sea menos aún. Os prometo, que en la madrugada del día 11, regresé a casa con una mezcla de cabreo y tristeza, y eso es lo peor que puede pasar cuando uno va a conciertos…

 

Crónica y fotos: FelipeSMwww.smfelipe.es