Antes de irnos de vacaciones regresamos a tierras francesas una vez más para contaros como fue la última jornada del Hellfest Open Air. Un día en el que Clisson cerraría sus puertas hasta la próxima edición tras grandes actuaciones como las de At The Gates, Tribulation, Grave Pleasures, A Day To Remember, Nightwish...

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Habíamos llegado al último día de la décima edición del festival, pero lejos de ponernos tristes, aprovechamos la jornada al máximo. Nuestra primera parada sería en el escenario The Altar de la mano de los talentosos Tribulation. El joven cuarteto sueco publicó en abril su tercer álbum, The Children of the Night, un disco que si eres capaz de dejar los prejuicios atrás, será una delicia para tus oídos. Como era de esperar, su corto set estuvo basado en dicho trabajo, aunque también tuvieron tiempo de rememorar su segundo álbum The Formulas of Death, con los temas “Rånda” y “When the Sky is Black with Devils”, sacando a relucir un lado un poco más extremo que el de su último redondo. Fue una pena que Johannes y compañía no pudieran brindarnos con algo de su debut The Horror, porque puestos a pedir, “The Vampyre” hubiera sido la guinda del pastel, pero no podíamos pedirles más con tan poca duración de set. Media hora que sonó de lujo, con un show muy visual –en parte gracias a la caracterización y maquillaje de la banda—y con un Jonathan brillante a la guitarra. Hay que destacar la manera de vivir el concierto que tiene este chaval, no se puede decir que precisamente tuviera una actitud pasiva encima del escenario. Una puesta en escena impecable la que nos ofrecieron Tribulation.

Sin movernos apenas unos metros, fuimos a por la siguiente ronda en el The Temple acompañadas de unos dioses primigenios. The Great Old Ones estuvieron geniales pese a contar también con un set muy corto, el cual dedicaron casi al completo a su último disco Teke-li. Los franceses practican un black metal muy ambiental y conceptual, en el cual abundan los pasajes melódicos y atmosféricos que gozaron de un sonido increíble combinados con la desgarradora voz de Benjamin. Guardábamos muy buen recuerdo de la primera vez que los vimos –también en el Hellfest—y la actuación del presente año se resolvió más o menos de la misma forma que antaño, con la particularidad de que para esta ocasión contaban con un atril personalizado con forma de Cthulhu. Momento cumbre cuando se decidieron por recordar su álbum debut e interpretar “Visions of R’Lyeh”, donde las tres guitarras fueron las absolutas protagonistas. Corto pero intenso, el espectáculo llegaba a su fin con “Behind the Mountains” a modo de outro y nosotras poníamos rumbo a darle un vistazo a la zona de prensa y hacer tiempo hasta nuestra próxima incursión a los escenarios principales.

Dicho momento llegó justo en pleno sol de mediodía, que hizo que nuestras cabezas pudieran ser capaces incluso de freír un huevo mientras veíamos a Dark Tranquillity. Uno de nuestros grupos fetiche siendo muy simpatizantes del buen hacer de Mikael Stanne, solo os podemos traer buenas palabras sobre este concierto. Parecía que este día era el día del death metal melódico de Gothemburg y sin duda estos suecos demostraron ser una de las bandas en mejor forma del mencionado género. Con un Mikael pletórico y enérgico, derrochando simpatía a raudales, nos presentó al guitarrista que llevan temporalmente, Erik Jacobson, ya que Niklas Sundin acababa de ser padre (al que damos la enhorabuena desde aquí).  También pudimos ver que por fin se han decidido a incorporar nuevo bajista tras que el pasado tour lo hicieran como cuarteto, siendo el elegido Anders Iwers de los míticos Ceremonial Oath. Un set muy nuevo, donde ThereIn fue la pieza más antigua (¡y menuda pieza!) pero que poco importó pues la interpretación de las mismas fue casi perfecta. Sí, un “Punish My Heaven” nunca está de más, pero “State of Trust” nos conquistó a todos pese al calor que estábamos sufriendo. “Misery’s Crown” daba el carpetazo final a una de las actuaciones más profesionales de todo el festival. Jamás nos cansaremos de verlos.

Debido a un error de cálculo, nos perdimos Khold y pasamos de ver a Carach Angren por lo que finalmente nos decidimos por Hollywood Undead.  Los chicos de J.Dog, co-fundador de la banda , presentaban Day of The Dead, su cuarto álbum de estudio y así iniciaron su actuación en el Hellfest. La potente “Usual Suspects” les dio la entrada con energía y “Undead”, del Swang Songs la mantuvo. Bajo sus clásicas máscaras, de las que prescindían en ocasiones, los angelinos fueron desengranando su discografía a un ritmo muy alto “Dead bite”, “Gravity” ,”Another War Out” fueron algunos de los 15 temas que tocaron en solo una hora. La fusión del rap y el metal de una forma tan armónica, junto a los contrastes rítmicos que esto les permite  son lo que les hace mantener el estado de alerta del público y lo que les ha llevado al éxito. Voz, percusión, una guitarra, un bajo y seis personas que  parecen mecanismos de una máquina que funciona a pleno rendimiento. Y lo hizo bajo un sol atronador en el Mainstage I. “Everywhere I Go” y “Hear Me Now” fueron la explosión final y una brillante forma de cerrar un gran concierto.

Mientras algunos iban a ver A Day to Remember, otros tantos nos íbamos al The Temple para ver a Grave Pleasures, antes conocidos como Beastmilk. La banda capitaneada por Mat McNerney se metió al público francés en el bolsillo tan solo empezar los primeros acordes de “Death Reflect Us”. Y hay que ver cómo ha ganado su directo ahora que cuentan con Uno Bruniusson de los desaparecidos In Solitude a las baquetas, sin duda uno de los mejores bateristas que hay actualmente en la escena. Otro show que gozó de un sonido impecable –estuvimos de suerte esta edición del Hellfest—donde combinaron temas de su álbum debut con Beastmilk junto a un par de temas nuevos, “Lipstick On Your Tombstone” y “Crying Wolves”. Parece que están alejándose un poco de ese post-punk tan bailable que hicieron en Climax, para acercarse a un también bailable deathrock. “Fear Your Mind”, “You Are Now Under Our Control”, “Nuclear Winter” o “Love in a Cold World” son algunas de las canciones que tan bien nos lo hicieron pasar bailando sin parar. Como bien dijo Mat, ahora estábamos todos bajo su control.

Desde que se hicieron muncialmente conocidos en 2006 como consecuencia de sacar For Those Who Have Heart. A Day to Remember son iconos del rock en estados unidos. Y aquí en Europa son un fuerte referente para las bandas noveles. Son actualmente, reconocidos por su fama en los directos, a la que hicieron gala en esta edición del festival. Pocas bandas pueden presumir de la fuerte presencia que tienen en el escenario. A base de golpes de potencia nos arañaron el entusiasmo. Su estilo a pie entre el pop punk y el metalcore, incluyendo el hardcore, los guturales y el punk rock, estuvo representado por temas como “The Downfall of Us Again”, “Rick Back it Again”, “City of Ocala” la rápida “I’m Made of Wax, Larry, What Are You Made of”, “Mr Highwa’ys Thinking About The End” y la mítica “All I Want”. A pesar de tener un fuerte competidor en el Temple, A day To Remember consiguieron convertir el Mainstage I en toda una fiesta. Un show realmente muy digno, en el que el sonido de nuevo acompañó. La fama no la tienen ganada por nada precisamente. Unos máquinas del directo.

Tocaba calmar un poco los ánimos y el concierto de Eyehategood se presentaba como una buena ocasión para ello. Al ritmo de “Medicine Noose” el directo de la formación estadounidense fue in crescendo en el Valley.  El sludge metal de los de Nueva Orleans tiene un buen número de seguidores que plagaron la carpa a pesar de que Morgoth y Nuclear Assault se encontraban en el Altar y Mainstage II respectivamente. “New Orleand is the New Vietnam”, “Lack of Almost Everything” y “Jack Ass in the Will of God fueron otros de los temas que vimos antes de irnos a tomar un respiro a la zona de camping. No estaba siendo un mal concierto pero el estilo pesado de la banda empezó a hacer mella en nuestras fuerzas. Necesitábamos o un parón o un poco de guerra, algo que Eyehategod no dan.

Mientras veíamos los últimos coletazos de Cannibal Corpse, el Mainstage II estaba ya listo para unos Epica que iniciaron su espectáculo con la intro “Originem”. Enseguida entonaron uno de los temas que recuerda más a los antiguos Epica. “The Essence of Silence” es pura tralla y fue bien recibida entre el público. La presentación del último álbum, The Quantum Enigma siguió adelante y finalmente “The Obsesive Devotion” y “Sensorium” nos trasladaron a la primera década de los 2000. Precisamente sería con la última en la que pudimos valorar a Simone, quien hasta entonces estaba en uno de esos días en los que se acerca al notable (cualquiera que haya seguido la banda sabe que apenas llega al nivel mostrado antes de 2009), pero ahí salieron a relucir una vez más sus carencias. A pesar del bajon “Unchain Utopia” seguida de “Victim of Contingency” (gran tema por otra parte) la dejaron recuperarse y saldar una más que aceptable actuación, algo que no se puede decir de Mark Jansen, quien o estaba afónico o no era su día, pero los guturales del líder de los holandeses no estaban finos. Una lástima. Su actuación fue de menos a más y cojeo por lo mencionado, pero pudieron darse por satisfechos  y nosotros tras escuchar “Sancta Terra” y Consign to Oblivion” como apuntes finales también aunque se echara de menos un “Quietus” o “Cry for The Moon”.

Nuestro primer regreso a la adolescencia sería gracias al espectáculo de Limp Bizkit. O al menos su primera mitad, pues no nos íbamos a perder a los suecos de At the Gates. Con un Fred Durst con una barba digna de un leñador hípster, se fueron desfilando una serie de temas la mar de míticos para todos aquellos que, como nosotras, habíamos sufrido la fiebre del nu-metal. “Hot Dog”, “Gold Cobra” o “My Generation” pusieron a todo Clisson patas arriba. ¿La gran pega? Fred habla demasiado. Pero demasiado. Y las covers. ¿Para qué tantas covers de Metallica, Megadeth o Rage Against the Machine? ¿También era necesario tocar brevemente algo de NIN o Tool? Una puede hacer gracia, dos tiene un pase, lo de Limp Bizkit fue de tarjeta roja directa. Digno de mencionar también el atuendo de Wes Borland. Divertido, pero pudo estar mejor.

Por suerte teníamos a At the Gates esperándonos en el The Altar para dar un concierto algo peculiar. Quizás es solo apreciación nuestra, pero el sonido de la banda no nos terminó de convencer y nos pareció que algo no acababa de cuajar. “Slaughter of the Soul”, “Cold”, “Under a Serpent Sun”… Temazo tras temazo, Tomas Lindberg parecía que iba conquistando toda la carpa y el número de gente haciendo crowdsurfing no dejaba de crecer. Hubo cabida incluso para una colaboración y Marco Aro de The Haunted subía a cantar “World of Lies” (ya os habíamos avisado que era el día del death melódico de Gothemburg). Con las últimas notas de la brillante “Kingdom Gone” decidimos abandonar el Altar para recibir otra dosis de adolescencia en estado puro. Sí, In Flames nos estaba esperando en uno de los escenarios principales y llegamos justo a tiempo de ver “Cloud Connected” y “The Quiet Place”. Con una interpretación más que digna en estos temas, la cosa decayó bastante en “Take this Life”. Anders simplemente no llega ya a este tema, pero supo solventarlo con una magnífica “My Sweet Shadow” acompañada de unos fuegos artificiales a modo de cierre.

Si hablamos de descaro y de punk actual y ponemos la vista en California nos encontramos con NOFX. Sus temas son conocidos por ser un ataque directo a la sociedad y la política y su show en vivo es una extensión de todo su sarcasmo. Pusieron la War Zone patas arriba con varios circle-pitts que se sucedían muy seguidos, tanto como la metralla de temas que iban cayendo sin apenas respiro. Estuvimos poco rato pero en este les dio tiempo a meterse con In Flames, el público francés y Limp Bizkit. Siendo el de los últimos todo un vacile y una oda a la improvisación: tocar 7 canciones en 10 minutos. Pura genialidad. “Murder The Goverment”, “”Eat The Meek”, “72 Hookers” y “Fuck the Kids fueron algunos de los temas que cayeron. Un setlist largo gracias a las pocas paradas pero plagado de ausencias, una pena en ese aspecto.

Seguíamos en nuestra más tierna adolescencia y es que Korn eran los siguientes en tocar. Interpretando al completo su álbum debut, la cosa fue algo decepcionante. Si bien su álbum homónimo tiene grandes canciones como “Blind”, “Clown” o “Daddy”, creemos que interpretarlo al completo no fue una idea del todo acertada y se respiraba un ambiente bastante apagado. Incluso el propio Jonathan Davies parecía estar decepcionado consigo mismo. Y por si fuera poco, tuvieron bastantes problemas de sonidos que le hicieron parar y tener que volver a empezar algún tema. Ni siquiera “Falling Away From Me” ni “Freak On A Leash” hicieron que nos arrepintiéramos de no haber ido a Superjoint Ritual en su lugar. Que alguien nos dé un par de collejas, nos las merecemos.

El regreso a la adolescencia terminaría con uno de los grupos fetiche de todos los que “Once” nos pilló en pleno descubrimiento del metal. Era el turno de Nightwish y de ver a Floor Jansen con ellos. Hace ya un año largo que se estableció como cantante y Endless Forms most Beautiful es el primer álbum de los fineses con ella. Lo que no sabíamos algunos  aún era como pegaban en directo y la verdad es que en nuestra opinión no podían haber elegido mejor cantante. Gracias a la voz de Floor el Oceanborn ha vuelto al setlist de los fineses de la mano de “Stargarzers” y “Ghost Love Score” vuelve a relucir como debe. Eso que hacía Anette (sintiéndolo mucho y con todos nuestros respetos) estaba cercano al sacrilegio. Debo decir que estos dos temas seguidos casi al final fueron lo mejor del repertorio.

“Shudder Before the Beautiful” y “Yours is an Empty Hope” encendieron por primera vez la pirotécnica de Nightwish (que nos sorprendería a lo largo de la velada, dejando claro que no reparan en gastos). “Amaranth” retomó el camino para calmar los ánimos que regresaron con la potente “She is My Sin”. “My Walden” y “Elan”, les siguieron. Para mi los temas más flojos del nuevo álbum, siendo “Elan”uno que no incluiría en el directo, puesto que hace bajar de revoluciones demasiado. Volvimos a coger fuerzas con “Weak Fantasy” y su genial puesta en escena. Tras “I Want My Tears Back” teníamos claro que Marco y Floor son un gran dúo.

El set podría haber sido mejor, más equilibrio entre etapas, pero la verdad es que la época post Tarja ya tiene tres discos, Nightwish dejaran la puerta abierta a los clásicos pero ya deben empezar a asentar de nuevos y “Last Ride of the Day” parece destinado a ser uno de ellos. Perfecta canción para acabar con el concierto y con el festival. 

La décima edición del Hellfest llegó a su fin y con ella también el fin de nuestras fuerzas. Tres días intensos de festival y un jueves de fiesta son muchos para el cuerpo, más cuando vuelves a la rutina al día siguiente así que ni visitas al Metalcorner ni actuaciones de gente usando las basuras cómo percusión. Aunque eso si, la fiesta que se montó poco lugar al sueño nos dejó.

¡Hasta el año que viene!

 

Crónica y fotos: Xell e Ireth