Comenzamos esta noche con nuestra extensa crónica del Resurrection Fest y lo hacemos con la jornada de calentamiento, que corrió a cargo de bandas como Mutant Squad, Pro Pain, Killus o Biohazard.

El texto corre a cargo de Xell y Pif, mientras que las fotos son cortesía del estupendo equipo de fotógrafos del festival.

 

 

Otro año más nos plantamos en Galicia para disfrutar de uno de los mejores festivales de los que se puede gozar en la península, con la particularidad de que este año teníamos un día más de cartel, con ni más ni menos que Biohazard. A diferencia de las anteriores fiestas de presentación del Resurrection Fest, esta se realizaba ya dentro del recinto, pudiendo comprobar ya algunos de los cambios respecto a la edición anterior. De algunos ya entraremos en materia cuando hablemos de la primera jornada, pero por ahora habría que comentar el tema de la comida y bebida. El año pasado alabamos este aspecto del festival, primero por su precio y segundo por su variedad, es por ello que nos sorprende que este año se hayan decidido por menguar la oferta gastronómica y reducir considerablemente la oferta vegetariana. El otro tema es el precio. Si bien el año pasado teníamos los tokens a 2€ y el “litro” –porque a quién queremos engañar, el vaso no llegaba al litro ni este año ni el pasado—a 6€, este año los tokens pasaban a 2.5€ y la cerveza grande a 7.5€. No solo subía de precio el ítem más pedido de la jornada, sino que el precio mínimo que nos teníamos que gastar también había aumentado su precio. Todos sabemos que las barras es una de las principales fuentes de ingreso para un festival de estas características, pero creemos, honestamente, que la subida ha sido algo desmesurada.

Dejando aparte el tema del precio y ya con cerveza en mano, nos fuimos a ver a los encargados de inaugurar el festival: Mutant Squad. Los gallegos, que jugaban en casa, abrieron el festival con la caña a la que nos tienen acostumbrados pagando así la fidelidad de los muchos fans que se acercaron a primera hora para ver su show. Pese a la hora, se notaba que la gente llegaba a esta décima edición del Resurrection Fest con muchas ganas de guerra y desde el comienzo del primer tema "Overdose", el público ya comenzó a moverse y a formar un gran circle pit en las primeras filas que se caracterizó por la extraña forma que tienen algunos de meterse en un mosh soltando brazos y piernas como si le quisieran sacar un ojo a alguien.

Se sucedían los temas de su primer LP Titinomakhia y de su EP Social Misfits a la vez que se sucedían los bailes, mosh, circles e incluso congas en las filas privilegiadas de delante. Sonaron temas como "Rage of the Ohms", "Dead Man Wade" o "Remember" para de vez en cuando intercalar algún divertido speech de Pla o alguna versión, a las que también nos tienen acostumbrados, como fueron las de Mastodom, Black Sabbath o la ya mítica en sus conciertos "Refuse Resist" de Sepultura. Casi sin darnos cuenta los gallegos habían terminado su actuación dejando la carpa llena y a un público más que contento.

La siguiente banda en subirse al Ritual Stage, situado en la carpa, y único escenario operativo en esa primera jornada gratuita de conciertos pre-festival, serían los valencianos Killus. Con su industrial metal y una puesta en escena más que extravagante de caras pintadas, tachuelas y gomina, fueron los encargados de dar continuidad a la fiesta que había en la carpa esa tarde. Con un sonido que para algunos pecaba de demasiada potencia en las filas de delante, había quien decía que se escuchaba mejor si te retrasabas un poco. Esa gente que debe ser la misma que cuando llegan tarde a un sitio y piden "perdón por el retraso" todo el mundo se ríe. A un concierto de metal vas a que te revienten los oídos no a quejarte del volumen. Continuando con el concierto la gente se lo pasaba en grande mientras la banda mostraba temas tanto de su último trabajo Feel the Monster como de alguno de sus tres discos anteriores.

Al terminar el buen concierto de los valencianos y para evitar las típicas aglomeraciones, nos dispusimos a ir a cenar a uno de los bares cercanos al festival para poder aligerar la pesada carga de precios de dentro del recinto y poder estar preparados para lo que la noche prometía con Pro-Pain y Biohazard.

Después de intentar cenar durante más de dos horas por culpa de que nos íbamos encontrando con multitud de conocidos que llegaban al festival mientras sonaban de fondo los segundos gallegos de la tarde con Bastards on Parade y su folk fiesta, acabamos tomando un bocadillo en los puestos de comida del interior del recinto mientras escuchábamos de lejos algo de la banda que nos estábamos perdiendo que en ese momento era The Decline y que no parecía que sonase nada mal. Una pena.

No sin darnos prisa conseguimos llegar para ver el concierto recién comenzado de los neoyorkinos de Pro-Pain con su hardcore de la vieja escuela y con todo su repertorio de caña bestia por delante. No nos vamos a engañar, el sonido no era del todo perfecto, pero si era decente para la cantidad de gente agolpada dentro de una carpa de tamaño considerable, que se movía como si no quedaran tres días más de festival por delante. El público estaba muy animado, disfrutando del concierto e incluso la banda les respondía como si estos se supieran sus letras. Eso sí, al ir pasando los temas, unos detrás de otros, empezaron a parecernos algo repetitivos y aburridos. En definitiva estuvieron bien, con un sonido muy contundente, manejando muy bien al público (véase algún vídeo de "Make War Not Love" en Youtube), y dejando el escenario calentito y la carpa abarrotada de gente para los cabezas de esa noche.  

Lo de Biohazard fue otra historia. Con el público ya en materia y prácticamente ganado después de llevar horas bebiendo cerveza, salieron bastante dicharacheros a dar un concierto que fue de menos a más, principalmente por las dificultades sonoras del principio. Hardcore de la vieja escuela, con la contundencia de una apisonadora de la mano de la voz de Billy Graziadei (del que perdí la cuenta del número de veces que dijo lo agradecido que estaba por estar tocando en el Resurrection Fest). Todo un detalle el suyo el de llevar la camiseta de “Hardcore Hits Cancer”, organización benéfica al que fue todo lo recaudado en el Ankla Fest, festival gratuito que se realizó en el Masnou y en el que participó Biohazard. Un setlist plagado de grandes éxitos que cumplió con su objetivo: prepararnos para tres días plagados de hardcore y metal.

Crónica: Xell y Pif

Fotos: Resurrection Fest