A primeros de marzo asistimos a un eveto muy especial, el quinto aniversario de la agencia Green Comet. En la alicantina sala Babel Live Stage disfrutamos de Mind DrillerHalo Metal BandDonuts Hole y Dawn of Extinction y hoy Juan Fernández nos lo relata.

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Era un día con aires de fiesta. La agencia de promoción y producción de eventos alicantino, encargada también del booking y el management de varias bandas, estaba de celebración. Cinco años no se cumplen todos los días y habían preparado una cita mágica para celebrarlo a lo grande. El sábado 5 de marzo pasarían por la mítica Babel Live Stage de Alicante (antigua Sala Babel) cuatro bandas que representaban a la perfección la filosofía de la agencia promotora. El festival tenía garra y fuerza, mezclando grupos de renombre nacional con proyectos jóvenes potentes. Mind Driller, Halo Metal Band, Donuts Hole y Dawn of Extinction fueron los encargados de inundar de buena música una velada para el recuerdo. El Green Comet Fest era la fecha apuntada en el calendario de una gran cantidad de metaleros que veían como el circuito de conciertos comenzaba a soltar sus frutos poco a poco. Por cosas como esta, no sorprende en absoluto que colgaran el cartel de “no hay entradas” días antes de su realización.

La apertura de puertas estaba preparada para las 21:00 de la noche, pretendiendo que el primer concierto se efectuase a eso de las 21:30. Cualquier persona que lleve unos años acudiendo a este tipo de eventos sabe que el horario que marca en el cartel casi nunca se corresponde con el dato real. Un sábado noche en Alicante, con una lluvia que dejaba considerables charcos a las puertas de la sala, una imponente cola hacía los esfuerzos para calarse lo menos posible esperando que la apertura de puertas se oficializase pronto. Finalmente el puerta comenzó a revisar entradas y sellar acreditaciones a la vez que la primera banda de la noche salió a deleitar al público con un espectáculo sonoro que estuvo a la altura de los grandes nombres del panorama.

Dawn of Extinction daba inicio a la velada con la única premisa de sentir más cerca que nunca la normalidad en la música dando un final digno a su gira “Slaves”. Era su primera vez en Alicante y les venía perfecto para cerrar un final de gira que los había llevado por Valencia y Castellón en sus dos últimos conciertos. Su tour por el País Valencià finalizaba aquí y, conscientes de ello, los del Puerto de Sagunto no querían desaprovechar la oportunidad de dar lo máximo de sí para captar nuevos adeptos que no los conociesen de antes. El primer cartucho utilizado fue “Behind The Mirror” de su álbum “Welcome To The New Century”, Slaves” (2018). Justo coincidió con que los asistentes comenzaban a entrar a la sala y poco a poco fue caldeándose el ambiente. Con “The Fall of the Human Race” la sala ya estaba más llena y el feeling entre público y banda comenzó a hacerse patente poco a poco. Los asistentes seguían un poco distantes, tímidos de ponerse en las primeras filas de la sala y dejando amplio espacio para los tres fotógrafos que estábamos danzando por allí.

A la altura de “The Ashes of An Ordenal”, de su disco “Rebirth of Hate” (2016), llegaron los problemas técnicos. Un pequeño momento de incertidumbre obstaculizó la cadena natural de temas que buscaban hilvanar pero consiguieron solventar a la perfección el desbarajuste técnico para seguir demostrando de lo que son capaces sobre el escenario. Los conocí con ese primer larga duración que autoeditaron, donde ya mostraban sus intenciones en la música. Ahora, por primera vez los veía encima de un escenario y ejecutaron los temas tal cual los había presupuesto. Es innegable el carisma que tiene su frontman Cristian Juárez. Interpreta las canciones con una fuerza que dota de realismo a las letras. Esa guerra interna que exterioriza a los espectadores crea un hipnotismo que impide que apartes la mirada del show. A sus lados, su hermano Dani Juárez a la guitarra y Marcos Morales al bajo, dan el toque más desenfadado. Mientras tanto, el aporreaparches Alexis Gálvez se mostraba inmenso llevando la batuta del concierto pese a encontrarse en un segundo plano.

Entre temas como “Looking the Other Way”, “Everything Shall Burn” o “The Heresy” nos topamos con la joya de la corona de su repertorio hasta la fecha. Alzaron la voz para criticar el machismo imperante en la sociedad con un “Motherfuker” coreado por el público que significó la mejor estampa del directo. Ese fue el momento clave que terminó de unir al grupo con los asistentes, que ya mostraban el lleno que había anunciado Green Comet en redes sociales. De esta forma, cerraron el círculo a un concierto redonde que se sumaron dos grandes temas como “Decadence” o “Apocalypse”. El festival había comenzado de la mejor manera posible. Dawn of Extinction hicieron caso omiso de los pequeños fallos externos a ellos y demostraron que se sienten como pez en el agua encima del escenario.

Los siguientes en actuar eran  Donuts Hole. Ya son más que conocidos por el público juvenil a nivel nacional y todos sus directos son sinónimo de locura sobre el escenario. He tenido la oportunidad de verlos en directo varias veces y siempre habían hecho un espectáculo de 10. Pero esta vez era diferente. La situación sanitaria provocada por el coronavirus les había cortado una carrera al alza que les estaba llevando por un camino casi envidiable por cualquier otro grupo del género. Su álbum “Fragmenta” reunía un cúmulo de canciones que los encumbraba aún más dentro de la escena del metal moderno. Pero 2020 no fue un buen año para la música y, lo que se veía con colores llamativos se tornó en tonos ocres y oscuros. Ahora tenían en sus manos la intención de remontar este bache con un cambio en la formación que despedía a Gun y daba la bienvenida a su nuevo guitarrista Alejandro.

Con esta incertidumbre afrontaba un concierto que, me atrevo a decir, era el que más ganas tenía de ver ese día. La banda volvía a subirse a un escenario en Alicante tras cuatro meses parados y era la excusa perfecta para reencontrarnos con ellos en directo. He de decir de primeras que no es el mejor concierto que he visto de la banda. No sé si fue porque para los primeros existía esa mística de los primeros acercamientos al directo de la banda o por cuestiones propias; pero eso no significó para nada que lo que vi ese día no estuviera a la altura. Arrancaron el concierto erigiéndose “Desde las Ruinas” y desde el inicio notaron el calor de varios jóvenes que fueron al Green Comet Fest exclusivamente por ellos. Esta nueva gira de 2022 les permite despedir como se merecía un “Fragmenta” que se les ha quedado un poco antiguo. Cada disco es un complemento de sensaciones de un momento concreto y ese momento se disipó con la pandemia. El réquiem contó con la participación de temas como “Heridas”, “Mapas”, “Espina” o “Fracción de Ser”; temas que son parte importante del constructo del álbum. Esas composiciones podían haberse consolidado más en el ADN Donuts Hole con una mayor concatenación de directos seguidos. No obstante, los buenos números que obtuvieron en plataformas digitales muestran un gran apoyo por parte de un público que todavía no ha dicho su última palabra.

El espectáculo que desplegaron mostró varias cosas que me gustaría puntualizar detenidamente. Primero, me gustó ver a un Ariel Placenti que sigue vocalmente en forma tras estar tanto tiempo parado de cantar en conciertos. En segundo lugar, desde abajo se ve genial la química que hay entre Marco A. Papiz y Franx Jurado. Guitarrista y bajista se buscan constantemente para mostrar una dualidad performativa en la que, mientras Franx prima las caras agresivas y con garra, Marco responde con una entereza atronadora casi zen. Son detalles que crean de un concierto al uso algo más grande. También hay que destacar que Alejandro no desentona en absoluto y ha sabido integrarse plenamente en el quinteto como uno más de la familia.

No faltaron temas que han encumbrado su carrera como “Tu Reflejo”, “Ekiriri” o “Todxs Somos Parte”. Magnas composiciones que sacaron el lado más efusivo de los allí presentes, consiguiendo una atmósfera que se convirtió en polvo cuando sorprendió la emotiva “Pequeño Guerrero”. Puede que sea, como bien dice el propio grupo, una canción “con poco metal”, pero el sentimiento que esconde la historia que narran se apropió de toda la sala (más aún sabiendo que la persona que les regaló esa temática estaba entre el público). El lado dominante del grupo terminó por cerrar un concierto de altos vuelos que les recordó lo que era tocar en directo y sentir el aliento de los fans. Espero y deseo, con el corazón en un puño, que ese ascenso prepandémico que estaba consiguiendo la banda se haga realidad con el siguiente proyecto que tengan entre manos que, según mis fuentes, ya está en la mente de todos ellos.

Una vez Sebastián González se había desprendido de sus baquetas y los guitarristas se quedaron sin púas, el telón descendió para mantener como incógnita la preparación de la tercera banda en aparecer en este Green Comet Fest. La gente aprovechó para salir fuera a tomar un poco de aire mientras Juan Carlos y compañía se preparaban para desempolvar las canciones de su reciente disco “Renacer”. Un álbum que en su versión de estudio suena muy fresco y actual pero que había que confirmar su buen hacer en directo. Y qué mejor escenario para el cantante y frontman del grupo que en la Babel Live Stage y dentro del festival de celebración del quinto aniversario de su agencia.

Jugaban en casa. El telón, bajado mientras terminaban los preparativos de la actuación, dejaba ver una gran expectación por parte de un público que se acercaba a las primeras filas de la sala para no perderse de cerca lo que prometía ser un auténtico conciertazo. Cuando sonaron los primeros acordes, los últimos rezagados entraron para no perderse la destreza de los Halo encima del escenario. Juan Carlos, con una camiseta en apoyo al pueblo ucraniano, presidía la actuación en el centro del escenario, subido en un montículo que seguramente recordaréis de conciertos como el de Hamlet. Precisamente la garra que JC le pone al directo de Halo es muy representativo de lo que Molly hace con sus Hamlet. Algo que también les asemeja mucho es el amor que le tienen a la música. A esta música. Tras interpretar canciones con fuerte contenido en mensaje, acababan con una sonrisa en la cara de estar subidos encima de un escenario con una gran cantidad de personas admirando su destreza y cantando sus canciones. Porque lo de aquel día era una comunión entre público y grupos.

Juan Carlos se tropezaba con el montículo y hacía la broma de darle una patada. El público, perros viejos y fieles a Halo, cantaban casi todas las canciones de la banda. No he tenido la suerte de saber qué se siente al subirse encima de una tarima, esa liberación que te hace huir de cualquier tipo de pasividad normalizada. Sintiendo el aliento de un grupo de gente marcada al nacer por el metal. Estar en esa posición es poder aprovechar ese lugar para avivar la memoria, para ser estandarte de la antimanipulación y para sobreponerte al miedo. Es renacer reconociéndote inmortal. Y eso, sin lugar a dudas, es lo que desprende el último trabajo de los alicantinos en directo. He tenido la grata oportunidad de ver en varias ocasiones la agresividad hardcore de sus directos y a toda persona que no conozca la existencia de Halo solo le puedo decir que no puede perdérselos. Sin temor a equivocarme, puedo decir que es de las bandas más divertidas de ver.

Para cerrar la noche, el cartel tenía preparada una sorpresa de altos vuelos. He de sincerarme diciendo que era la primera vez que acudía a un concierto de Mind Driller y no sabía lo que me iba a esperar. Todo el mundo habla mucho de ellos y de sus directos pero no eres consciente de lo que pueden hacer sobre un escenario hasta que no estás allí descubriéndolo en primera persona. Y salí de la sala con la sensación de que el grupo que toca en estudio y el de los shows son dos totalmente diferentes. El grupo se juntaba armónicamente con el púbico para crear un espectáculo totalmente diferente a lo que estamos acostumbrados a ver. Ya fuese por las actuaciones casi teatrales de sus artistas arriba del escenario o por los cambios constantes de atrezzo que, siendo low-cost, dinamizaban sobremanera la presentación; lo que estábamos viendo esa noche era propio de una banda de nivel internacional.

Daba igual que interpretasen “Ritual”, “The Last Drop” o “Prophecy”. Lo importante en ese momento era el aura generado. Tanto V-Stone como Estefanía Aledo estaban totalmente espléndidos encima de la tarima. Y si a ellos les sumas el carisma irracional de Daniel NQ, el resultado era ese compendio de sensaciones que el grupo transmite. Fue ese concierto, que cerraba la velada, el que me transmitió la sensación final de que es un lujo poder ser periodista y cronificar lo que uno vive en una sala de conciertos. Creo que es el pequeño lujo dentro de este oficio precarizado. El destello en medio de la podredumbre. Allí me sentía liberado, agradecido de poder disfrutar de gente con tanto talento que busca la relevancia nacional -e internacional- que se merecen. Porque sí, nadie les ha dado nada. Comenzaron desde cero por el simple placer que les da ser parte de una industria musical que tiene pocos triunfadores y muchos otros nombres que nadan a contracorriente. Pero eso les daba igual, por ello podían salir con máscaras, como títeres o incluso como falsos políticos y creadores de ruina acumulada. Lo que pasaba encima del escenario de la Babel era más que un concierto. Y esa sensación de magnificencia que viví seguro que también caló en gran parte del público que allí se reunió.

Al finalizar ese último concierto, me fui más que contento a casa. Después de tanto tiempo esperando por la reapertura de las condiciones para hacer eventos sin tantas restricciones, poder vivir así un aniversario de Green Comet era algo esperanzador. Porque eso que se dice de “todo irá mejor” tiene sentido cuando olvidas todo lo que sucede en el mundo. Y los conciertos tienen ese poder. Un poder que es capaz de alinear conciencias en la positividad más primaria de nuestro ser. Luego salimos por la puerta y el mundo está igual de lleno de basura que siempre. Sigue habiendo guerra, el fascismo sigue campando a sus anchas disfrazado de partido político cuasi-democrático y sigue habiendo asesinatos por cuestiones de género, sexualidad o color de piel. El mundo es una mierda y los conciertos tienen la capacidad de hacerte olvidar durante el tiempo que duran, y te hacen pensar que al menos tenemos la música como desahogo constante. Qué importante es la cultura y qué poco valor le damos.

Crónica y fotos: Juan Fernández