La sala Siroco de Madrid cumple treinta años y dentro de sus actos de celebración el pasado sábado disfrutamos de Lavida y Ciclocéano. Dos bandas con grandísima proyección que nuestro redactor nonamed no quiso perderse.

¡Aquí os dejamos la crónica de la noche!

 

Treinta años cumple Siroco. Una pequeña sala situada a las afueras del madrileño barrio de Malasaña pero cargado del ambiente malasañero (al menos en parte). Motivo (o excusa) suficiente para hacer una serie de conciertos representativos durante varias semanas. Y uno de esos que me llamaban la atención era el que juntaba a dos bandas amigas, dos bandas madrileñas, dos bandas presentando su primer trabajo, pero también dos bandas con muchísimo futuro por delante: Lavida y Ciclocéano.



Ciclocéano es uno de esos grupos que se clavan en tu piel desde el primer momento. Me refiero a sus temas. Como siempre he dicho con ellos, quizás no estoy acostumbrado a estos sonidos que se mueven en los límites del indie y por eso me fascinan. Pero se acabaron las etiquetas musicales por hoy. Prometido. Lo que puedo decir que Ciclocéano no hace más que evolucionar y evolucionar. Creo que es la cuarta vez que los veo sobre un escenario, y seguro que ha sido su mejor concierto. Bajo mi punto de vista, hasta ahora tuvieron el pecado de no convencerme en este ámbito. Su sonido era descafeinado en directo y con las expectativas altísimas que yo tenía de su (casi perfecto) “Líneas de Meta” siempre había salido no del todo convencido. Hasta esta noche. Potencia, potencia, y más potencia, que era lo que había echado de menos.

El grupo, además de interpretar los temas de su primer álbum, nos sorprendió con algo nuevo: “Si Supierais lo que Pienso”. Y tengo que decir que si sois fans de la banda, os va a encantar. Creo que la letra se identifica perfectamente conmigo y el sonido a Ciclocéano es patente. Se dejaron fuera la siempre tierna “Lo Invisible” y cerraron con “Cochise” de Audioslave envolviéndonos en un manto de notas musicales que crearon en sí mismas todo un show de obligatorio disfrute.



Lavida. ¡Ay Lavida! No sé de dónde salieron, ni cómo llegaron a mis oídos, pero agradezco ese momento. Bueno, espera, creo que sí sé. Fue en un concierto de Skunk DF, donde Emicolaboró en “Supernova”. Después todo vino rodado. Lavida es un experimento con resultado ganador. Emi ha debido de nacer sobre un escenario, porque lo domina a la perfección. Siente cada nota que canta. La vive y la disfruta. Y eso es lo mejor para un público que no dejó de corear y cantar las canciones de su único álbum (por si alguno quiere apostar, están sin discográfica). Ellos no se cortaron y tocaron de arriba abajo todo ese disco. Y estoy convencido de que si hubieran podido, le habrían dado otra vuelta de abajo arriba, porque se les veía con ganas de más. “Domingos de Luz”, “La Velocidad del Tiempo” o “Hambre y Pan” sonaban engranadas, engrasadas y trabajadas. Y es que es una gozada ver cómo estos grupos tan jóvenes, tan nóveles, tienen tanta calidad y tantas ganas.

Los dos grupos agotaron entradas. Sí, no cabía ni un alfiler en la sala, pero es que me doy cuenta de que últimamente la gente está empezando a volver a los conciertos. Recordad: la economía vuelve a funcionar y las vacas flacas son cosas del pasado. Antes de terminar me gustaría dar mi enhorabuena al técnico de sonido de la sala. Porque, a mi entender, ambos grupos sonaron perfectos.

Me encantan estos conciertos de sábado noche que te dejan de resaca todo el domingo. Delicioso cóctel explosivo que te aconsejo que pruebes y repitas una y otra vez. Verás cómo empiezas a sanar. Porque si alguien no está enfermo hoy por hoy, debe de vivir en las nubes.

Dales una oportunidad, y si no te convencen dales otra.

Crónica y fotos: nonamed