El pasado sábado la gira conjunta de Lándevir y Salduie arrancó en la sala Sound Stage de la capital del Estado y nosotros no quisimos perdérnoslo.

¡Aquí os dejamos la crónica de la velada!

 

 

El folk está de moda. Ya sea en sus variantes más melódicas, o en formas más duras, es un estilo que lleva pegando fuerte en nuestro país en los últimos años. Nuevos grupos que surgen y que incorporan instrumentos de la cultura celta y grupos que se reencuentran después de años ausentes. Y así son las dos bandas que actuaron en la sala Sound Stage de Madrid el pasado 23 de marzo: Salduie y Lándevir.

 

Para abrir la noche teníamos a los zaragozanos Salduie. No, que sean zaragozanos no es casualidad, ya que “Salduie” es el nombre íbero de Zaragoza. Me sorprendió la cantidad de gente que acudió a verles, y yo que llegué con el concierto recién empezado por problemas de tráfico, fui incapaz de llegar a las primeras filas. Salduie, con tres discos en el mercado (el último publicado en este 2019 y titulado “Viros Veramos”, nos ofrece un folk metal muy potente, de letras con referencias a las culturas prerromanas en la Península Ibérica, y en general una propuesta poco habitual. Si no conté mal, la banda está formada por ocho componentes, entre ellos tres cantantes. Yo, que no había tenido la ocasión de conocerles anteriormente, quedé bastante sorprendido.



En cualquier caso, creo que no entendí lo que nos proponía el grupo. Tres cantantes, dos de ellos melódicos y uno de voces guturales, y multitud de vientos. Incluso dos flautas interpretando la misma melodía al mismo tiempo. O dos gaitas, una irlandesa y otra gallega sonando a la vez. No pude entender muy bien las letras, por lo que en este aspecto no hablaré, pero, como dije antes, la respuesta del público fue soberbia.

Creo que nunca había visto un grupo de estas características en España, por lo que el riesgo es evidente, y les deseo lo mejor, aunque estén lejos de mi estilo. Porque siempre nos quejamos de la falta de innovación en la escena, y Salduie van sobrados de eso.

 

Como segundo plato, teníamos a Lándevir. Después de un silencio de diez años, los alicantinos anunciaron la publicación de su cuarto disco titulado “Desde el Silencio”. Un disco, que evoluciona el sonido de la banda, con el fichaje de un nuevo vocalista, porque diez años dan para mucho. La banda tuvo que acortar sensiblemente su setlist, pero no obstante, ya en primera fila pude ver a un grupo falto de energía en la música, aunque muy en forma. Las guitarras no sonaban, y la voz de José, no tenía fuerza. Saqué las fotos pertinentes, y al ver que a todos los músicos se les veía muy cómodos, decidí irme hacia atrás y fue cuando vi el problema. Está claro que un concierto no se escucha igual en primera fila que en las filas de atrás (otra cosa es lo que se disfrute), pero aquello era ver otro concierto. Las canciones ganaban la misma intensidad que lo que nos ofrecen en el disco. Y la culpa es del diseño de la sala Sound Stage donde los altavoces están demasiado adelantados.



En cualquier caso, la banda se centró, casi de manera íntegra en su último disco a excepción de “Noches Celtas” y “Las mil y una noches”, y aunque la afluencia de público era ligeramente inferior, también supo estar a tope en un ambiente de lo más festivo, incluso con el propio José bajando a saltar y cantar con los propios seguidores que allí estábamos. Algo, cada vez más habitual en detrimento de saltar sobre el público en plancha, y que creo que es un acierto. Sobre todo puedo decir que el regreso de Lándevir es una de las mejores noticias que podemos tener.

A las 22:30, con casi toda la noche de fiesta por delante, se daba por terminado el show. Recogimos y nos fuimos dejando atrás otra noche de rock para recordar.

 

Crónica y fotos: nonamed