El pasado fin de semana fue intenso en Madrid y nosotros no quisimos perdernos una cita que teníamos marcada en rojo en nuestro calendario, el regreso a la capital de Dry River.

¿Queréis saber cómo fue la noche? ¡No os perdáis esta crónica!

 

 

Sin duda, la sala Copérnico en Madrid, es una de las salas con mejor sonido que existe en la capital. Sin duda, Dry River es uno de los grupos con mejor sonido del país. Bueno, vale, quizás esté siendo poco objetivo con lo último, pero es que a mí me parecen tan únicos que sólo tengo halagos para ellos.

A riesgo de parecer excesivamente adulador con la intro, seguiré con la crónica. No sé si fue el reclamo de la grabación del directo, pero la sala estaba hasta la bandera veinte minutos antes de la hora marcada como inicio del concierto. Incluso pude llegar a sentir agobio en un principio. Mucha gente con una media de edad que superaba la treintena. Pero luego hablaremos del público porque creo que tiene un apartado especial en esta crónica.

Allí, sobre el escenario de Copérnico, de repente nos trasladamos al futuro. Al año 2038, en el que se desarrollaría toda la primera parte del show. Porque el concierto se dividió en dos partes. La presentación de “2038” tocado íntegramente por una parte, y el repaso a sus éxitos por otro lado. Siguiendo el orden de los temas del disco (salvo “Me va a faltar el aire”) el grupo estuvo sensacional. Al nivel que todos conocemos, sí, pero es que bordan el sonido. Y no sólo el sonido, sino toda la parte teatral que tanto Ángel Belinchón como Carlos Álvarez son capaces de ofrecernos entre tema y tema, con intervenciones divertidas y amenas. El grupo nos había anunciado varias colaboraciones, dejando poco a la sorpresa. En concreto, en esta primera parte pudimos disfrutar de Juanjo Melero en “Con La Música a Otra Parte” y Ronnie Romero en “Peán” y finalizaron con, para mí su mejor tema del disco, y que funciona de maravilla en directo “Me Va a Faltar el Aire”. La melodía de piano es mágica. Sólo me faltó una cosa en esta primera parte: la puerta que te traslada del 2019 al 2038 y viceversa. Creo que podría haber dado muchísimo juego.

Para la segunda parte, ya en el presente, sonaron la versión de “Bohemian Rhapsody” que tan bien llevan a cabo, con Francisco Mazuecos de Solid Relax Project a la batería y de nuevo Ronnie Romero. Sonó “Melani” del último disco de Asfalto (y esto sí fue sorpresa) con el propio Julio Castejón y Roberto Bravo también de Solid Relax Project en el teclado, “La Llave del Sol” también con Julio, “Irresistible”, “Bajo Control” y alguna más. Y por supuesto terminaron con “Traspasa Mi Piel” como es habitual en la banda.

La verdad es que no hay nada que reprocharles. Son humildes, divertidos y un grupazo descomunal, que está creciendo a pasos agigantados y que muy probablemente veamos pronto en salas con mayor renombre.

Vayamos al público. Yo no sé cómo es el público de un concierto de pop, y no tengo interés, pero el de Copérnico parecía el público de esos programas concursos de las televisiones. Esos que escuchas de fondo hacer idioteces para animar el concurso. Cantar está bien. Todos lo hacemos. Bailar también. Pero lo de llevar una pancarta, pompones o tararear las melodías no es propio de un concierto de rock. Ni con públicos mucho más adolescentes he visto eso. No sé si tiene algo que ver con el concierto en sí, pero me apetecía decirlo.

Dry River vuelve a reventar otra sala, con un sold out, una actitud y un espectáculo que la mayoría en este país no conocen. Pero que al menos a las cuatrocientas personas que allí estábamos nos ha quedado grabado en la memoria para siempre. Y si ya lo disfrutamos in situ, pronto podremos rememorarlo en casa.

Crónica y fotos: nonamed