El tour "Hacia la Luz" de Avalanch presentando su flamante dvd llegó el pasado fin de semana a la sala Sagitario de Valdemoro, en Madrid. Y nosotros no nos lo quisimos perder.

Allí enviamos a nonamed, quien hoy nos cuenta cómo fue la velada.

 

 

El verano sobre nuestras cabezas y los conciertos al aire libre comienzan a proliferar. No obstante, aún alguna sala nos brinda la oportunidad de disfrutar de música en directo en verano. Como es el caso de la sala Sagitario, en Valdemoro, donde hacía quince días pude cubrir a Alhándal y Tierra Santa y donde el pasado 29 de junio nos citaban los renacidos Avalanch.

Vaya por delante, que nunca me gustó la forma en la que Avalanch volvió a los escenarios, pero reconozco que poder disfrutar de una formación con tantos galones es demasiado seductor.

 

La sala se llenaba poco a poco de gente que la mayoría pasábamos de los 25. La verdad es que es una sala cómoda, con espacio, y sobre todo con precios populares en la barra. Avalanch es ahora mismo una de las bandas españolas con mejor puesta en escena y la batería de Mike Terrana o las plataformas iluminadas son buena prueba de ello.

Con bastante retraso comenzaba ese homenaje a “El Ángel Caído” donde tocaron todo el disco, a excepción de “Santa Bárbara”. El sonido es bestial. Es un grupo que, pese a que sus componentes viven en diferentes partes del mundo, han conseguido complementarse a la perfección. Muy serios en el escenario y con mucha profesionalidad. Alberto Rionda es un gran músico al que le gusta bastante ser el protagonista y lo demuestra durante buena parte del concierto sin apartarse prácticamente de las primeras filas del escenario. Israel Ramos está más que correcto, aunque en mi opinión no llega a transmitir como otros cantantes. A Jorge Salán, es una gozada verle en acción. Y es una gozada ver la elegancia con la que defiende los temas sin ser suyos. No obstante, siempre te queda esa sensación de que sus guitarras necesitan más protagonismo. Ver a Magnus es un continuo disfrute. Un tipo que no pierde la sonrisa sobre el escenario y con una energía vertiginosa. Manuel Ramil estuvo prácticamente todo el concierto tapado hasta casi el final. También es una alegría verle sobre el escenario después de que Sauze se disolviera. Y Mike Terrana es una bestia. Es un tío grande, imponente y con una pegada que te deja loco.

 

A partir de “Corazón Negro” donde pudimos asistir a un duelo de solos entre Alberto y Jorge el concierto cambia. Los demás miembros comienzan a coger más protagonismo, y Jorge comienza a hacer muchos más solos de los que había hecho hasta entonces. Con “Las Ruinas del Edén” uno siempre tiene la esperanza de ver a Leo Jiménez en el escenario, pero no fue así. Isra se cantó todo el tema. Que por cierto, la melodía de esta canción es de lo mejor del disco. Y una vez terminada esta canción, comienza el show de Mike Terrana con un solo de batería de casi diez minutos y a uno se le queda cara de bobo. En general, en España no estamos acostumbrados a los solos de batería, y creo que deberían extenderse más en las formaciones.

 

Después vendrían varias sorpresas. La primera fueron las versiones acústicas de “El Príncipe Feliz” y “Cambaral” con Alberto e Isra en el escenario, una versión de teclado de “Vientos del Sur” con Manuel e Isra, donde a Manuel se le empieza a ver sin ser simplemente una pieza del decorado, los temas “Alas de Cristal”, “Papel Roto”, “Torquemada” con un solo de bajo del gran Magnus que conecta con el público con una facilidad natural y “Lucero” que Isra interpreta subido a la barra del bar.

 

Fueron dos horas de concierto que a mí se me quedaron cortas. Aunque creo que con Avalanch, puede ser un concierto de cinco horas y aún se quedarían temas importantes fuera. Todo el grupo está compenetrado a la perfección y consiguen hacerte disfrutar como un niño. La verdad, es que a día de hoy, tengo que reconocer que Avalanch enamora y cautiva con su música, haciéndote volar musicalmente. El público muy entregado y muy respetuoso. Y la sala siempre facilitándonos todo, y esta vez con un buen trabajo de luces. Uno se va con muy buen sabor de boca cuando todo va sobre ruedas.

 

Crónica y fotos: Nonamed