El pasado mes de marzo Ensiferum, Insomnium y Omnium Gatherum visitaron la sala Le Bataclan de París, una prometedora noche que nuestra redactora Xell no quiso perderse.
¡Esta es la crónica de la cita!
Tamaña tríada finlandesa la que formaba el One Man Army Tour con tres bandas que están en pleno crescendo de popularidad en la actualidad y es por ello que no me extrañó encontrarme una sala como la Bataclan de París prácticamente llena y en una fecha que caía en lunes (aunque me atrevo a decir que esos problemas solo los tenemos por España). Eso sí, debo reconocer que probablemente en otras circunstancias y a estas alturas de la vida no me hubiera acercado a un concierto de Ensiferum, pero como Insomnium era una de las bandas invitadas y andaba por París, no podía permitirme perderme tal evento.
Los encargados de romper el hielo eran Omnium Gatherum los cuales dieron un buen espectáculo que entusiasmó a sus asistentes. No hicieron falta ver muchos minutos de actuación para llegar a la conclusión de que todo el peso de la banda recae sobre Markus Vanhala. El guitarrista es, sencillamente, el alma del grupo. No solo porque probablemente sea el músico que tenga más técnica de la banda, sino porque es también el más activo y carismático. Tampoco puedo destacar mucho más de los finlandeses, ya que como he comentado varias veces, el death metal melódico es un género al que considero bastante explotado y que poco innova a estas alturas. Pese a ello, no dudo que sus fans salieran bien contentos, ya que había bastante movimiento entre el público. Especialmente se acaloró el ambiente en los dos últimos temas del concierto, “New WorldShadows” y “Everfields“, supongo por ser las únicas del repertorio que no pertenecían a su último álbum Beyond. Como anécdota, ese lunes era el aniversario de Jukka, vocalista de la banda, y antes de finalizar el concierto, miembros de todas las bandas salieron con un pastel a cantarle el cumpleaños feliz.
Para el momento en que Insomnium saltaron al escenario, la Bataclan ya estaba abarrotada y era el turno de un “second round” para Markus, que también es guitarrista de los de Joensuu. Anonadada me quedé al comprobar como de buen en forma seguía después del anterior show y como era capaz de doblar turno todos los días. Niilo y compañía empezaron fuertes con “The Killjoy”, uno de sus temas más famosos de su disco Above the Weeping World, probablemente el álbum con el que subieron de categoría. Esta gente son, en mi opinión, el futuro del death metal melódico de la era moderna. Tras casi 20 años de carrera han sabido sacar 6 discos bien distintos pero con la misma esencia en cada uno de ellos, marcando una evolución que ha seguido un claro camino natural. Con “While We Sleep” presentaron su nuevo álbum Shadows of the Dying Sun, uno de los mejores redondos del pasado año. Con este tema pudimos comprobar el buen hacer de Kari Olli a las voces limpias, guitarrista encargado de substituir en esta gira a Ville Friman (que se encontraba ausente por incompatibilidad con su horario laboral).
Con un sonido aún más nítido del que disfrutaron sus anteriores compatriotas (y es que hay que decir que la Bataclan es una gozada de sala) fueron desfilando temas de casi todos sus álbumes tales como “Where the Last Wave Broke”, “Every Hour Wounds” o “The Promethean Song”. Fue con “Drawn to Black” y “Daughter of the Moon” que servidora disfrutó como una enana, aunque debo decir que ya va siendo hora que reciclen esta última y la cambien por otra del Since the Day it All Came Down. “Ephemeral” fue el tema estrella de su actuación y fue el deleite de todo el público. Público con una media de edad bastante baja, por si aún no lo había mencionado. Niilo se despidió de los parisinos con una sonrisa de oreja a oreja y “Weighed Down With Sorrow” bajo el brazo, una canción muy melódica y probablemente la más idónea para dar por finalizada su estancia encima del escenario. ¿Cuánto tiempo voy a tener que seguir esperando para ver un concierto suyo en España como banda principal?
Aún estaban los técnicos haciendo las pruebas de sonido y numerosos adolescentes que estaban situados en las últimas filas, ocupaban ahora las primeras, todos ellos con sus mejillas pintadas en honor a Ensiferum. ¿He comentado ya lo mayor que me sentía? Pero una tenía curiosidad por como andaban Petri, Sami y demás, y como era un concierto de Ensiferum hoy en día, después de haber ganado tal fama y popularidad. ¿El resultado? Mucho mejor de lo esperado. Petri ha mejorado como cantante e incluso puedo llegar a considerarle un buen frontman. Es menos soso en el escenario e incluso se le escapó alguna que otra sonrisilla. ¡Hasta interpretó correctamente Little Dreamer! El repertorio dejaba algo que desear para una oyente de sus primeros discos como yo, pero estaba más equilibrado que el de otras bandas que se limitan a presentar su último retoño.
El público enloquecía con prácticamente todo tema que interpretaban, fuera del Victory Song del One Man Army. Además daban un espectáculo que trascendía la música e incluso se atrevían a realizar actos más teatrales. Por ejemplo, Netta Skog, antiguo miembro de Turisas y que substituía con su acordeón los teclados de Emmi, se dedicaba a bailar y hablar con la audiencia. También interpretó un poco de humppa junto al bajista Sami (el que por cierto, sigue siendo el rey de la banda). E incluso hacia el final de su actuación intercambiaron sus roles para realizar un cover de “Breaking the Law” de Judas Priest: Netta a las voces, Petri al bajo, Janne a la guitarra, Sami al acordeón y Markus a la batería. Lo que ya sobró un poco fue el numerito de Petri y Sami en el que simulaban que uno era un toro y otro el torero, aunque supongo que solo me ofendió a mí por venir de dónde vengo, los francesitos estaban las mar de encantados.
“Iron” dio el toque final a esta oda al acné (con permiso de los allí presentes), canción que ha ascendido a la categoría de himno y de la cual todos nos sabemos su letra de principio a fin. Con ello yo me ponía rumbo a casa y concluía esta vuelta a mis orígenes que todos acabamos haciendo alguna vez en la vida. Eso sí, una y no más.
Crónica y fotos: Xell