El pasado mes de abril Anathema ofreció en Dublín un concierto muy especial englobado dentro de una gira en la que la banda repasó su carrera en cada uno de sus shows. Nuestra redactora Xell estuvo allí y hoy nos cuenta cómo fue la noche.

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El día que los de Liverpool anunciaron que iban a dar un concierto especial y con carácter retrospectivo en el Roadburn, maldecí mil veces al festival y sus feligreses. Pero cuando unos días después, anunciaron que iban a ser varias fechas, me dio un vuelco el corazón. La histeria bajó en picado al conocer que España no estaba en la lista de confirmadas, pero tras varios días con la idea de que seguramente esta fuera la última oportunidad que tenía de ver a los viejos Anathema rondándome por la cabeza, acabé por decidir coger el avión una vez más y plantarme en Dublín. Probablemente la mejor idea que he tenido este 2015 y consecuentemente uno de los mejores espectáculos que he presenciado nunca. Lo de esa noche fue, sencillamente, único.

La sala TheAcademy resultó ser más pequeña de lo esperado (vaya, tanto en Madrid como Barcelona han tocado en salas más grandes y con un aforo bastante digno) pero el sonido fue apabullante. El concierto se dividió en tres partes: la primera contó con la formación actual, en la segunda se incluyó a Duncan Patterson al bajo y John Douglas volvió a su posición como baterista mientras que la última contaba con Darren White a las voces. En orden cronológico inverso, fueron desarrollando temas de toda su discografía y el resultado fue cuanto menos espectacular. Empezando por “Anathema”, uno de los grandes temas de su último álbum Distant Satellites. El comienzo del setlist con esta canción no era más que una señal inequívoca de que la actuación iba a estar cargada de sentimiento. Tras el tema homónimo del último álbum, el cuál quizás cortó un poco la atmósfera por lo diferente del resto del repertorio, dieron paso a Weather Systems y a sus dos “Untouchable”, donde, una vez más, Lee Douglas demostró ser una de las mejores voces femeninas del panorama musical actual.

Apenas habían pasado 20 minutos de concierto y el griterío y jolgorio era unánime, con un Vincent Cavanagh pletórico recibiendo la respuesta del público. La llegada de “A Natural Disaster” brindó una nueva oportunidad de lucirse a Lee, la cual dejó en silencio a todos y cada uno de los allí presentes, con un final de canción magnífico y que no hizo más que erizarnos la piel a todos. Con “Closer” Vincent retomó el vocoder para recordarnos que nuestro mundo de ensueño es un lugar muy aterrador y para dar paso al único tema que revisitaría Judgement. No importa cuántas veces hayan tocado “One Last Goodbye”, siempre será uno de los temas estrella para los de Liverpool.

Unos minutos de descanso y Duncan Patterson aparecía en escena para hacernos notar que habíamos llegado a la parte central del concierto. Oí muchos comentarios al respecto de su actuación como bajista, tales como que resultó bastante prescindible. Para mí (y supongo que para cualquier fan de Anathema) la simple idea de considerar a Duncan prescindible es ridícula, sin él, la mayoría depiezas que nos han hecho amar a los de Liverpool no existirían. Mencionado esto, la voz en off del tema de Roy Harper que utilizaron para su versión de “Hope” daba comienzo al remember añejo de Anathema. “Shroud of False” seguida de “Fragile Dreams” confirmaron una vez más que esto es lo que el público realmente esperaba esa noche. La desgana con la que empezó a tocar Danny, también me confirmó que probablemente fuera el único que estaba haciendo esto por cumplir y no veas como ensombreció el espectáculo del resto. Describir el momento en que decidieron tocar “Lost Control” se hace realmente difícil. Ya solo recuerdo al público irlandés cantar a pulmón limpio y a Vincent emocionarse como nunca lo había visto.

Con la llegada del Eternity llega también mi única posible nota negativa sobre el espectáculo. La primera parte de la canción que da título al álbum, la interpretaron mucho más calmada y era precisamente esa garra la que le daba toda la gracia al asunto. Pese a ello, acabaron convenciéndome y he de decir que disfrutar de las tres “Eternity” juntas fue una gozada. “A Sunset of Age” y “A Dying Wish” marcó el cambio de registro de Vincent, que probó que pese a su falta de uso, aún tiene lo que hay que tener.

Último descanso de la noche y llegábamos a la recta final donde Anathema pusieron toda la carne en el asador. Darren White era el plato principal de la noche y nos hizo disfrutar a todos como niños. Fue un frontman perfecto, con buena voz, buena interpretación y mucha comunicación con el público. Y todo esto sin entrar en materia y hablando del desfile de clásicos que se estaba sucediendo. Éramos muchos los allí presentes que, o bien pensábamos que jamás íbamos a poder disfrutar de los viejos temas o bien creíamos que nunca volveríamos a presenciarlos. Pero ahí estábamos, gritando al unísono “my kingdom”. “Mine is Yours to Drowns In” nos voló la cabeza. Darren White ha mantenido un perfil musical bastante bajo y aun así estaba en plena forma vocal y física. ¡Y cómo lo estaba disfrutando! No hay nada mejor para un asistente que ver que el propio músico lo está sintiendo y viviendo de la misma forma que tú.

“Sleepless” cerró la noche y la gira del Resonance Tour, con broma incluida sobre Danny dejando la banda debido a que Darrenle había dado un beso. Poco más nos podían ofrecer los de Liverpool, habían contentado a sus más recientes fans, a los de siempre y a los que consiguieron en medio del camino. Solo me queda dar las gracias por haber podido estar allí y desear que la carrera de Anathema dure mucho más y, con un poco de suerte, podamos volver a vivir algo así.

Crónicay fotos: Xell